Por: JJ Franco
El domingo 13 de julio asistí a los Premios Talia para recibir un reconocimiento por los 15 años de Monologando Ando y los Premios ATI. Fue, sin duda, una noche especial, llena de reencuentros, de abrazos, de recuerdos y de esa energía que solo el teatro y los artistas saben provocar. Ver la sala llena, ver a tantos colegas, amigos y cómplices del arte reunidos, fue una alegría que reconforta el alma. A veces, en medio del esfuerzo diario, olvidamos que necesitamos estos momentos para mirar hacia atrás y reconocer el camino andado, pero también para mirar hacia adelante y no perder el rumbo.
Quiero agradecer sinceramente a Manolo García Oliva, creador de este proyecto, por su entrega, su experiencia y su capacidad de sostener en el tiempo una premiación que ya es parte de nuestra comunidad artística. También a sus colaboradores, Raúl Rivera y Yorman Ostos, quienes junto a todo un equipo demostraron que cuando se trabaja con amor y conocimiento, el resultado siempre se nota. No es fácil organizar un evento de esta magnitud, y mucho menos sostener su relevancia año tras año. Por eso, mi respeto y admiración para quienes, a pesar de las dificultades, siguen apostándole al arte.
Ver una sala repleta de público es una imagen que nos llena de esperanza. Porque ese mismo público que llena las galas, que se emociona aplaudiendo a sus artistas, es el público que necesitamos ver en las butacas cuando se levanta el telón. Las salas, las funciones, las producciones independientes y asociadas también merecen ese entusiasmo, ese apoyo, esa presencia viva. El arte no se sostiene solo de premios; se sostiene de espectadores que crean un puente entre el escenario y la vida.
Reconocimientos como los Talia son necesarios. Nos recuerdan que el trabajo silencioso, la constancia, los sueños que a veces parecen imposibles, tienen eco. Pero también nos recuerdan que debemos seguir preguntándonos: ¿Cómo podemos mejorar? ¿Cómo podemos abrir más puertas, ser más inclusivos, romper con las repeticiones y apostar por lo nuevo? Esta no es una crítica para destruir, es una reflexión para seguir creciendo. Porque el arte, como la vida, necesita renovarse, escuchar nuevas voces, salir de la comodidad y atreverse a mirar más allá.
Para mí, esta noche tuvo un valor especial. No solo por el reconocimiento, sino porque confirmé que el arte es resistencia, es comunidad, es fe. 15 años no se cumplen de casualidad. Se cumplen trabajando junto a un equipo con una persona que apuesta por uno y que esta siempre ahí esperando el llamado les hablo de Jaime López, gracias desde el corazón, a los jueces a cada uno de los ganadores y participantes a veces con aplausos, a veces en soledad, pero siempre con amor. Por eso agradezco profundamente a quienes me han acompañado en este camino, a quienes creen, a quienes apoyan, a quienes no se cansan. (lágrimas)
El verdadero premio para todos nosotros será siempre ver nuestras obras con público, escuchar sus aplausos sinceros y sentir que el teatro sigue vivo, latiendo, respirando con nosotros.
Gracias de corazón a los Premios Talia de New York por tenernos presentes y por valorar el trabajo que con tanto esfuerzo, amor y dedicación realizamos. Este reconocimiento nos llena de gratitud y nos motiva a seguir adelante, fortaleciendo nuestro compromiso con el arte, el teatro y nuestra comunidad.
|