La economía naranja o «Economía Cultural y Creativa»,agrupa las actividades económicas que se desarrollan a partir de la creatividad y la cultura. Conoce quiénes la integran.
Detrás de una propuesta creativa y cultural, como una producción audiovisual o teatral, hay siempre una o muchas mentes que decidieron unirse y encauzar con un propósito sus ideas, motivaciones y conocimientos. Sin embargo, los esfuerzos que se dan tras bambalinas no siempre resultan económicamente sostenibles para quienes los realizan, lo que dificulta el mantenimiento y la proyección a futuro de estas iniciativas.
Por esta razón, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estableció el concepto de economía naranja, que agrupa las actividades económicas fundamentadas en la producción y distribución de bienes y servicios de carácter cultural y creativo, con el objetivo de proteger la propiedad intelectual, desarrollar el potencial económico del sector y generar condiciones rentables y dignas para quienes lo conforman.
En Colombia, la economía naranja está integrada por tres categorías: artes y patrimonio, industrias culturales y creaciones funcionales y nuevos medios y software de contenidos. Todas ellas, según Procolombia, apalancaron el crecimiento del sector cultural 5.5 % anual entre 2005 y 2017, y generaron 23 % más de empleos que el sector minero energético en 2017.
Con respecto al panorama actual de este sector, Alejandro Olaya, director seccional de la ANDI en Antioquia, afirma que es tan significativo que el Gobierno nacional instituyó el Viceministerio de Creatividad y Economía Naranja, “que hoy está pensando en políticas, programas, marcos regulatorios e incentivos económicos para emprendedores. También está buscando que estas propuestas sean viables, generen empleos formales, paguen impuestos y aporten al producto interno bruto (PIB) del país”.
El acogimiento de la economía naranja en Colombia, dice Olaya, está antecedido por un trabajo intenso alrededor del concepto de la innovación, “esa capacidad humana de crear cosas nuevas y diferentes para resolver una necesidad. De esa manera se creó un ambiente benévolo para que el arte y la cultura se empezaran a mezclar con la tecnología, la inteligencia artificial, los nuevos materiales, la biología. En definitiva, lo que resulta de esto es una gama de posibilidades económicas para la región”.
Iván Rendón, articulador del proyecto de Economías Creativas y Culturales en Ruta N, afirma que en el país es poco frecuente que un sector económico cuente con la alineación institucional que hoy tiene la economía naranja. “Todos están hablando de lo mismo: los bancos, las instituciones de formación, los consumidores… Es un gran momento para que realmente se consolide un ecosistema creativo”.
Este trabajo conjunto, explica, les entregará a los emprendedores las herramientas de innovación que les faltan y, al mismo tiempo, les dará a los consumidores la capacidad de valorar los productos o servicios culturales que surgen del esfuerzo y la preparación. Petro Solo le cambia de Nombre pero la deja como la tenia Duque.